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1. ¿Quién soy?
No es el típico consejo ñoño de “siéntete bien contigo mismo”; se trata de saber quién eres (racial, cultural, social y sexualmente). Es la clave de tu poder. Eres tú quien tiene que definirse.
Esto puede cambiar con el tiempo, a medida que crezcas y aprendas más. Pero no pasa nada. Intenta sobrellevar la vergüenza o la culpa de la que puedas sentirte responsable.
2. Tienes que ser responsable de tus actos
Esto significa asumir las cosas que hagas mal. Tendrás que defenderte a ti mismo, ya que rara vez alguien hará ese trabajo por ti. Es igual de importante reconocer tus errores así como tus aciertos.
3. La empatía se construye
Tienes que aprender a escuchar de verdad. Esto supone escuchar sin pensar en si te afecta a ti o no, sin planear qué es lo siguiente que vas a decir. Esto supone ver a todo el mundo, independientemente de quién sea, como a un ser humano. Todo nuestro dolor viene de algún sitio. El tuyo y el de todo el mundo. Aprende a escuchar a los demás. La empatía no puede existir si no empiezas escuchando con sinceridad a la gente.
4. Vas a pasar por momentos de dolor insoportable
Te va a costar aprender a curarte. Y la cura a veces conlleva cicatrices. A menudo, la cura es incompleta. Piensa que tus cicatrices son heridas de guerra, muestras de lo que has aprendido, mapas que te señalan por dónde no tienes que pasar. Aprecia tus cicatrices. Llegará un momento en el que estas cicatrices solo sean un recuerdo de dónde has estado, y de lo mucho que todavía necesitas crecer.
5. El mundo en el que vivimos está enfermo
La enfermedad se hace un hueco en todos y cada uno de nosotros. Muchas veces, se manifiesta como una incapacidad para quererse a uno mismo, por no hablar del amor hacia los demás.  Puedes creer que son parte de tu naturaleza, y que debes alimentarlos y cuidarlos para siempre. Con entrenamiento, se puede aprender a confiar en uno mismo para distinguir entre quién merece tu confianza y quién no. No dejes que nadie te dirija. Pasea con aquellos con los que quieran caminar a tu lado, no delante de ti.
6. No te hagas responsable de alguien que esté destrozado y que no haya comenzado su proceso de rehabilitación.
7. Tú no eres tu trabajo
Tu trabajo solo es una forma de ganarte la vida. De hecho, quizás no ganes lo que te mereces, pero no es tu culpa; has heredado un sistema económico roto, y no serás la primera generación que luche por su derecho a vivir. No obstante, tienes que pelear por tus derechos, en solidaridad con la gente de tu alrededor que ya entró en la batalla.
8. No te tomes muy a pecho la aprobación de los demás
Sobre todo, tenlo en cuenta si has crecido en la era de los medios de comunicación social. Las expectativas de hegemonía siempre se cernirán sobre ti, pero debes valorar tu impacto positivo en función de cuál haya sido tu impacto negativo en la sociedad.
Pero también sé consciente de la frecuencia con la que lo haces y la frecuencia con la que contribuyes al crecimiento de los demás. No podemos ser santos, pero sí podemos empatizar y hacernos notar.
Leer más: Huffingtonpost.es

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