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Aspecto de gaviota, dientes que hacen de garras y alas de 6,4 metros de envergadura. Esa es la carta de presentación del Pelagornis sandersi, el ave voladora más grande descubierto en la historia.
Aunque sus restos fueron hallados en 1983 durante la ampliación del aeropuerto de Chareston (EE.UU.), es ahora cuando un equipo encabezado por Daniel T. Ksepka ha publicado los resultados de su investigación en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El estudio estima que esta especie vivió hace entre 28 y 24 millones de años, es decir, después de la extinción de los dinosaurios y antes de que los primeros seres humanos poblaran la Tierra.
Para calcular su tamaño, han medido su cráneo completo y diversos huesos de un ala y una pata. Su buen estado de conservación sorprendió a los investigadores, debido a que este tipo de huesos son muy delicados y suelen romperse con facilidad.
Este ave duplica en tamaño al de las dos especies voladoras vivas en la actualidad: el albatros real (Diomedea epomophora) y el cóndor californiano (Gymnogyps californianus), que miden cerca de tres metros de longitud. El anterior récord lo ostentaba otra especie también extinta, el Argentavis magnificens, que vivió en el territorio que hoy es Argentina.
No eran grandes voladores
El principal interrogante que surgió al descubrir los restos fósiles era cómo podían volar unas criaturas tan grandes.
El estudio descarta la teoría de que los Pelagornis volasen con tan solo mover sus alas,: se piensa que tenía que recorrer unos metros para tomar impulso y aprovechar las corrientes de aire para desplazarse, a modo de ala delta.
Dan Ksepka explica que el pájaro, una vez en el aire, era capaz de volar kilómetros sin batir las alas para encontrar alimento disperso en el océano.
Por otra parte, los investigadores creen que esta especie vivió durante decenas de millones de años hasta que desaparecieron durante el Plioceno, hace tres millones de años. Las causas sobre su extinción aún se desconocen y el hecho de que se hallan encontrado rastros de estos pájaros en todos los continentes solo añade más misterio.
Luis Alcalá, director de la fundación paleontológica Dinópolis, considera que este hallazgo ayudará "a completar el rompecabezas de la Historia de la Vida, en la cual juega un papel tan importante un ave de gran tamaño como otra diminuta. Desde un punto de vista social y popular, la noticia del hallazgo de un animal gigantesco despierta expectación por lo que, en algunas ocasiones, se suelen cargar las tintas al tratar de obtener récords de tamaño".

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