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"Tenemos miles de turistas que nunca hubiéramos imaginado aquí", relata a EFE Patricia Cunha, responsable de la empresa Sextafeira y promotora de la iniciativa, junto al Ayuntamiento de Águeda, una pequeña localidad del interior de Portugal.
A unos 250 kilómetros al norte de Lisboa, esta ciudad de base industrial con cerca de 15.000 habitantes se engalana desde hace tres veranos con unos 3.000 paraguas de colores colgados como un manto en el aire en sus calles.

La iniciativa surgió del consistorio que buscaba dar respuestas a las quejas de comerciantes en el centro histórico tras haber perdido clientes por la peatonalización de varias calles.

La empresa local pensó en los paraguas por su bajo coste y para dar sombra y color a un conjunto de actividades de animación cultural como conciertos, teatro en la calle y pinturas al aire libre de grafiteros locales y de la región.

Pero la imagen fantasiosa de estos objetos primaverales bailando en el aire, conocida como "Umbrella Sky Project", tuvo un efecto llamada más allá de las expectativas iniciales.

"La gente lo ve como un escenario un poco mágico. Quieren fotografiar ese momento extravagante de paraguas fluctuando en el aire y compartirlo con sus amigos", explica.

De hecho, la circulación de las imágenes privadas de visitantes en las redes sociales fue el mayor impulso de la campaña promocional y le valió pronto, de forma informal, el apelativo de la "ciudad de los paraguas" en varios idiomas sin coste alguno, según la organizadora.

"Hasta turistas japoneses llegaron para visitar la ciudad. Vimos chinos y de países árabes por aquí. Esas nacionalidades nunca habían pasado por Águeda", afirma la promotora, que creció y vive en la ciudad.

Los españoles de las regiones cercanas de Galicia y Castilla León, y también de Madrid, son otros de los visitantes más frecuentes, e incluso la empresa promotora ha exportado un proyecto similar a Getafe (España).

El impacto visual del color se esparció hasta saturar un centro histórico de objetos vivos y llamativos, como bolas traslucidas en suspensión, bordados de ganchillo por los bancos públicos o bicicletas repintadas de rosa vivo.

Según Cunha, las instalaciones han revivido el comercio de la zona y, sobre todo, han alterado "un día a día gris" de los habitantes.

Los tres años del proyecto, que en esta edición se alarga desde julio hasta septiembre, han servido, además, a los organizadores para aprender y para reflexionar sobre los riesgos y evolución del proyecto.

El vandalismo es el gran problema, por el que se vieron obligados a abandonar algunas instalaciones populares de años anteriores como las creaciones en ganchillo.

Al mismo tiempo, los paraguas han generado un cierto sentido de orgullo en los vecinos de Águeda, que han llegado a ser los primeros en protegerlos y en pedir que se respeten.

"En la primera edición tuvimos muchísimos paraguas robados. En esta última, los vecinos son los mejores vigilantes. Advierten y denuncian cualquier incidente", señala.

El resultado, según Cunha, es un "movimiento interesante" de convivencia entre turistas y habitantes que ya se identifican con unos simples paraguas coloridos.

Según fuentes municipales, el conjunto del proyecto de tres meses de animación en la calle y las instalaciones de arte urbano se financió con un presupuesto de unos 14.000 euros.
 Informe21.com

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