Un estudio firmado por un investigador español aporta datos claves sobre la metástasis del cáncer de mama y la forma de frenarla. Gracias a los nuevos fármacos, prácticamente ninguna mujer muere por cáncer de mama. Sin embargo, este tumor sigue siendo un grave problema ya que en ocasiones provoca metástasis en el pulmón o el cerebro que acaban siendo imposibles de detener a pesar de los adelantos farmacológicos. Por eso la metástasis es el frente más desconocido y difícil dentro de la guerra contra el cáncer.
Todo comienza cuando el tumor aún está localizado. Las células más agresivas deben buscar la forma de romper el tejido circundante y alcanzar un vaso sanguíneo. Conseguirlo supone entrar en el inmenso circuito de canales por el que pueden dejarse llevar hasta alcanzar otros órganos en los que anidar.
Las células tumorales han desarrollado unas estructuras invasivas que funcionan
“como un martillo hidráulico” para llegar hasta los vasos sanguíneos, según explica
Javier Bravo-Cordero, un investigador nacido en Colmenar Viejo (Madrid) que trabaja
en la Escuela de Medicina Albert Einstein (EEUU) y que firma el nuevo estudio,
publicado en Nature Cell Biology.
El funcionamiento exacto de ese martillo que invade el tejido (su nombre es invadopodia, o pies invasores) es un misterio, pero es evidente que pararlo podría frenar la metástasis antes incluso de que suceda.
Un dispositivo capaz de pegarse a la proteína
Para intentar conseguirlo es necesario destripar ese martillo y estudiar su maquinaria interna. Una característica de las células agresivas de los tumores de mama, colon, próstata y melanoma es que tienen unos niveles muy altos de una proteína llamada Rac-1. Para averiguar qué hace exactamente esa proteína, el equipo de Bravo-Cordero ha tenido que encender la luz dentro de la célula.
Esto lo ha conseguido creando algo llamado biosensor-FRET, un dispositivo de
seguimiento que se pega a la proteína y enciende una luz cuando esta se activa. El
nuevo sistema ha permitido observar por primera vez y en tiempo real dónde está
Rac-1 durante la metástasis y qué hace.
"Los resultados muestran que esta proteína es esencial para el proceso de
contracción y elongación que hace funcionar all martillo hidráulico de las células
invasoras", explica Bravo-Cordero. De hecho el equipo ha conseguido modular su
actividad pegándole a la proteína otro sensor que se activa con luz. Así han podido
demostrar que si Rac-1 está apagada, la célula pierde su capacidad para invadir
tejidos.
El equipo ya trabaja en reproducir estos resultados usando ratones. Por un lado se
trata de una nueva vía de esperanza hacia un fármaco que pueda detener la
metástasis de raíz.
Una droga, ¿la solución contra las estructuras invasivas?
“Nuestra idea ahora es diseñar una droga especial que destruya las estructuras
invasivas cuando estas se formen”, señala. Pero por otro se trata de una maniobra
muy delicada, que llevará años y que tiene, como cualquier otro estudio de
investigación básica en cáncer, muchas posibilidades de fracasar.
La Rac-1 también tiene muchas funciones en las células salas y, por ejemplo, forma
estructuras que permiten a las células del sistema inmune traspasar ciertos tejidos
para combatir una infección, por ejemplo. Por eso Bravo-Cordero y el resto de su
equipo quieren encontrar una molécula que sólo ataque en el primer caso y no en el
segundo
Su trabajo esclarece no solo el funcionamiento de Rac-1 sino otros componentes del
circuito molecular que regula su función esencial durante la metástasis.
Si logran encontrar una molécula que desbarate ese circuito viciado y no el sano,
podrán empezar a pensar que curar la metástasis en el cáncer de mama es posible.
http://www.elconfidencial.com/
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