Un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego (EEUU) y publicado en la revista Traslational Psychiatry, ahonda en la teoría de que el autismo es causado por una variedad de factores relacionados entre sí, ya que, gracias a un novedoso experimento, han logrado revertir los síntomas del autismo en roedores de laboratorio.
El experimento, llevado a cabo con un nuevo fármaco al que inyectaron una única dosis a los roedores, fue todo un éxito al conseguir revertir los síntomas de este trastorno neurológico. Las conclusiones del estudio apuntan a que el autismo es la consecuencia de una comunicación celular anormal. Losmetabolitos (pequeñas moléculas que participan en el metabolismo, el conjunto de procesos químicos que nos mantienen con vida) de las células amenazadas o dañadas por microbios, como virus o bacterias, o por factores físicos o productos químicos, como los contaminantes, reaccionan a la defensiva creando una especie de resplandor químico que transmite el estado de salud a la célula. Así,la comunicación entre las células se reduce dramáticamente. Si persiste, el resultado puede ser duradero, y si sucede durante la infancia, el desarrollo neurológico se retrasa.
“Las células se comportan como los países en guerra. Cuando comienza una amenaza, se endurecen sus fronteras. Ellos no confían en sus vecinos. Pero sin una comunicación constante con el exterior, las células comienzan a funcionar de otra manera. En el caso de las neuronas, podría ser que hay muchas o muy pocas conexiones. Una forma de ver esto relacionado con el autismo es la siguiente: Cuando las células dejan de hablar una con otra, los niños dejan de hablar”, afirma Robert K. Naviaux, líder del estudio.
Para el experimento, los investigadores pusieron a prueba el efecto de la suramina, que se utliza para tratar la enfermedad del sueño, por ejemplo. Descubrieron que esta sustancia bloqueaba la vía de señalización extracelular, poniendo fin a la respuesta de peligro típica de autismo. Así, las células acabaron comportándose normalmente y todos los síntomas relacionados con el autismo acabaron diluyéndose durante cinco semanas. El efecto no fue, por tanto, permanente.
Los expertos están convencidos de que este descubrimiento ayudará a profundizar en este trastorno y que, en el futuro, podríamos hablar de corregir todas las anomalías relativas al mismo, dentro del enorme desafío que supone el autismo.
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