Cuando hablamos de estaciones de bienestar queremos decir que todo en la vida tiene un orden. En el abecedario la “a” es la primera letra y después viene la “b” y así sucesivamente. ¿Qué tiene que ver esta analogía con el bienestar? De eso trataremos a continuación.
Cuando hablamos, por ejemplo, de un dolor o de una situación dolorosa lo primero que deberíamos hacer es darnos la oportunidad de sentir sin juicio ninguno porque detrás de todo dolor hay un regalo o propósito (aunque en esta estación no es el momento para descifrar esto).
En esta estación la persona que tiene dolor desea huir de la experiencia, en otras palabras: no quiere sentirlo, ni experimentarlo. El dolor es visto como el peor enemigo que uno pudiera tener. Se entiende que el dolor es causado por circunstancias fuera de nuestro control y fuera de nosotros. La persona necesita de otra para poder encontrar alivio: un doctor, un psicólogo, etc. La persona siente que es víctima de la situación y está a la defensiva porque es como una perra que acaba de tener sus perritos: su actitud siempre está a la defensiva.
En esta estación utilizamos la inteligencia energética llamada bioenergía -que es la que nutre nuestros huesos, ligamentos y discos- que nos mantiene con vida, utilizando los menos recursos posibles y controla nuestra postura. También utiliza la inteligencia energética, llamada emocional, que es la nutre los músculos y los tendones y nos ayuda a tomar acción masiva sin tener que pensar, nos ayuda a salir corriendo o protegernos de algún daño inminente sin pensarlo.
Esta estación es totalmente pre-racional, en otras palabras no hay análisis sobre lo que pasa, se siente que hay que reaccionar ahora para preservar la vida. Es un modelo defensivo.
El dolor no es más que una alarma o alerta de que algo debe cambiar y no necesariamente que algo que está mal. El dolor está ahí para ser sentido, escuchado, visto. ¿Por qué? Porqué el dolor tiene la responsabilidad de levantarnos de lo inconscientes que hemos estado. Muchos de nosotros hemos estado desconectados de nuestro cuerpo como modo de defensa, de poder sobrevivir y mantenernos con vida con los menos recursos necesarios. Sin embargo, si no descubrimos que estamos dormidos no podremos realmente descubrir que está pasando con nosotros.
Por lo tanto, en esta estación es bien importante darnos la oportunidad de sentir, sin juicios, por el mero hecho de sentir y así darnos la oportunidad de descubrir. Este es el primer paso en nuestro bienestar. Si no sentimos, no podemos sanarnos. Por eso, los invito a darse la oportunidad de sentir, aunque sea incómodo, porque si no sienten nunca podrán levantarse y descubrir realmente por qué tienen lo que tienen y sienten lo que sienten. Es su elección.
Una vez descubras lo que tienes y comprendas que mereces mucho más, puedes ir a al próximo estado de bienestar: transformar. De eso comentaremos en un próximo artículo.
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