Más de diez millones de personas en el mundo padecen diferentes fobias y los habitantes de las megalópolis duplican a los de las pequeñas localidades.Tal es la conclusión a que han llegado especialistas de la Fundación británica de Protección de la Salud Psíquica Mind. Sin embargo, los especialistas opinan que la difusión de las fobias puede ser considerablemente mayor, ya que muchos ocultan sus temores.Por otra parte, los vecinos del pueblo Reeves, en Luisiana, EEUU, dedicaron unos cincuenta años a las súplicas para encontrar ayuda. Es que desde principios de los años 1960 se adjudicó a esta localidad el prefijo telefónico con el número 666. Más tarde se supo que los ciudadanos en masa sufren pavor ante el “número de la bestia”. Y no hace mucho la compañía telefónica concedió a los habitantes de Reeves la posibilidad de cambiar ese prefijo por el 749, tras lo cual los vecinos por fin respiraron con alivio.La llamada fobia no es el temor común que nos dio la naturaleza en calidad de protección, sino un miedo obsesivo sin causa alguna. Por ejemplo, la persona que padece claustrofobia experimenta un fuerte estado de ansiedad toda vez que se ve en un ascensor o en cualquier lugar estrecho. Siente temblor en todo el cuerpo, asfixia y espasmos en la garganta, le atormentan una taquicardia y debilidad fuertes. Al mismo tiempo, la persona comprende que ningún peligro real le acecha, pero nada pueda hacer para librarse del miedo.Según los expertos, en los últimos tiempos está apareciendo una mayor cantidad y diversidad de fobias. Unos tratan de no ir a pie por los puentes y no ir en una escalera mecánica vacía, otros tienen un miedo pavoroso a los carámbanos que cuelgan de los techos, a los agentes del orden público y a muchas otras cosas. Pero, la fobia más difundida hace ya muchos años en el miedo a viajar en avión, dice el jefe del Departamento de Psicología Clínica del Centro Científico de Salud Pública de la Academia de Ciencias Médicas de Rusia, Serguéi Yenikólopov:—Es enorme la cantidad de personas, que, dicho sea de paso, toman bebidas alcohólicas a bordo de los aviones. Beben porque tienen miedo a volar y de esa manera se tranquilizan. En este caso, se entrelazan el miedo a los lugares cerrados y el miedo al propio vuelo. Cabe destacar que estos temores son mucho más grandes que el temor que se debe sentir en realidad. La posibilidad de que el avión se caiga es muy inferior a la de un accidente automovilístico. Pero la gente tiene mucho más miedo a los aviones que a los automóviles.Bien dice un cuento popular ruso de que “El miedo tiene los ojos grandes y ve hasta lo que no existe”. Lo curioso es que entre el 30 y el 50 % de los habitantes de Rusia tiene miedo al mal estado del tiempo. Las frecuentes advertencias que hacen los meteorólogos sobre “fuertes tempestades” se fusionan en la conciencia con los reportajes sobre los devastadores huracanes en EEUU. A consecuencia, las personas impresionables proyectan semejantes desastres a su propio futuro.Y los alemanes, por extraño que parezca, temen… a las lámparas ahorradoras de energía. Y la culpa la tiene un programa de televisión común y corriente, en el que una vez se habló de los peligros y riesgos que supone utilizarlas. Los autores del programa afirmaban que dichas lámparas, que los europeos están obligados a utilizar, emiten sustancias químicas peligrosas, que provocan enfermedades oncológicas. Los expertos aconsejaron no usar esas lámparas para leer y tenerlas lejos del alcance de los niños, porque contienen mercurio. La palabra dicha no tiene vuelta y menos aún la pronunciada por la televisión. Y los alemanes, que por su naturaleza son propensos a tales fobias, se asustaron muy en serio. Pero dado que la industria alemana ya no fabrica las lámparas comunes, pues no se excluye que pronto crezca la demanda de velas.A muchas personas que distan mucho de padecer fobias, todo esto puede parecerles muy extraño. Pero para las personas que realmente padecen este mal, no se trata de ningún capricho, sino de una enfermedad que los tiene encerrados dentro de los marcos de un miedo mítico. Como salir de este círculo vicioso y sentirse, por fin, una persona libre. A esto se refirió en una entrevista con La Voz de Rusia el psicólogo clínico, miembro de número de la Liga Psicoterapéutica Profesional y director del Centro Remedi, Mijaíl Kamelev:—Si hablamos de fobias que se manifiestan de forma bastante superficial, pues éstas pueden pasar por sí solas. Pero, lo mejor de todo, es visitar a un psicoterapeuta y no esperar a que la fobia se desarrolló a tal punto, que encadene a la persona a su casa en tal grado, que tema a levantarse de la cama para que no le pase nada. Y lo más efectivo es la combinación de la psicofarmacología con la psicoterapia. Esto ayuda mucho.El viejo dicho de que un clavo saca otro clavo, tiene gran actualidad en el tratamiento de las fobias, porque los psiquiatras recurren más que nada a la psicoterapia cognitiva, o sea que al paciente se le enseña a luchar paulatinamente ante las situaciones u objetos que le causan miedo. Al principio con ayuda de la imaginación y luego en la realidad. Los especialistas recomiendan no eludir el miedo que uno parece, sino, por el contrario, mirarle directamente a los ojos.Si a usted le afectó este mal, no se desilusione. Lo sufrieron grandes personajes como Julio César, a quien las tormentas le daban pánico, Iósif Stalin, quien padecía aerofobia, y muchos otros. Los científicos afirman que la fobia es la enfermedad de las personas creativas y talentosas, y su aparición es un motivo más cambiar de vida hacia algo mejor.
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